Desde el 10 de Enero de 2001





1.-Listo el genoma de la Malaria. ¿Se acerca la cura? Un mosquito modificado podría combatir la Malaria
2.-Mariposa transgénica
3.-Insectos en bibliotecas y archivos       
4.-La estrategia química de las flores

Listo el genoma de la Malaria. ¿Se acerca la cura?

     (Tomado de El Colombiano. Cuerpo Sano. Domingo 3 de Marzo de 2002. Pág. 6d)

· Más de 300 millones de personas se contagian al año de malaria.
· Decodificaron su genoma ¿Se inventará por fin una vacuna?
· 300.000 infectados se presentan en Colombia anualmente.

Anualmente se registran de 300 a 500 millones de infecciones de malaria, lo que equivale a pensar que un país como Estados Unidos, en tan sólo un año tendría a toda su población infectada. De esta cifra, dos millones morirían, o sea, casi el 1% de su población.
      Pero alejado de esta realidad se encuentra el Norte, si se tiene en cuenta que este mal ataca principalmente a los países del este asiáticos, Suramérica y África. Son los tercermundistas y, en especial, los de las zonas costeras, sus víctimas.
      En Colombia, según el informe del Sistema de Vigilancia en Salud Pública, Sivigila, del Ministerio de Salud, en la última década se registraron 150.000 casos de malaria y se presentaron unas 70 muertes anuales por culpa del mal. No obstante, William Rojas, director general de la Corporación para Investigaciones Biológicas (CIB), advierte que en este dato hay un subregistro, pues en las zonas violentas o en hospitales de pueblos pequeños, que no tienen los recursos para llevar el conteo, estos enfermos no son reportados, por tanto, se estima que la cifra de afectados por la enfermedad puede doblar esta cantidad a 300.000 anualmente.
      Desde hace más de 2000 años existe la malaria, esa que llega a nuestro cuerpo a través de la picadura de un mosquito llamado Anofeles y en menos de 45 minutos entra al hígado, se multiplica en un conglomerado de miles de parásitos que entre los 9 y 16 días siguientes estalla y pasa a los glóbulos rojos de la sangre. Una vez allí son indetectables para los glóbulos blancos, los que se encargan de defender a nuestro organismo.
A la larga, hasta un 70% de los glóbulos rojos de la víctima pueden destruirse, lo que puede desembocar en una anemia severa, fiebre y muerte si no se trata a tiempo.
      Resistencia Actualmente existen medicamentos para atacar esta fase de la enfermedad (cloroquina y sulfadoxina-pirimetamina), sin embargo, en los últimos años se ha observado que los pacientes hacen resistencia (la droga no tiene efecto) a estos medicamentos. Y es precisamente este factor el culpable de que un mal como el de la malaria que para una época se creyó casi erradicado, vuelva a resurgir en el mundo.
      Crear una vacuna se ha convertido en la tarea de muchos investigadores a pesar de que la financiación se hace casi imposible pues se trata de un mal de países sumidos en la pobreza, en los que la industria farmacéutica muestra poco interés.
      ¿Acaso hay luz? No todo es sombra para los buscadores de una salida. Recientemente el diario The New York Times anunció en sus páginas que el genoma de la malaria había sido decodificado. Traducidas estas palabras, lo que ahora tenemos es algo así como un mapa, una carta de navegación que ayudará a entender el comportamiento de este parásito.
      Para Sócrates Herrera, director del Instituto de Inmunología del Valle, que adelanta investigaciones de la vacuna contra la malaria, que cuentan con el aval y la financiación de la Organización Mundial de la Salud; lo importante de la decodificación es que ahora se podrá tener acceso a toda la información genética, que podría indicar cuáles son los cambios que va produciendo la malaria durante sus diferentes fases.
Es necesario entender que el estudio de la malaria es complejo por las transformaciones que sufre durante su ciclo.
      La primera ocurre cuando el mosquito hembra del Anofeles pica a un ser humano contagiado y el parásito pasa a su intestino, donde sufre múltiples cambios. La segunda, cuando la mosca vuelve a picar a otro humano, y el parásito pasa al hígado y allí es casi imposible saber que sucede. Finalmente, ora etapa es cuando llega a la sangre donde sufre otro proceso en los glóbulos rojos. En total, son tres estados con tantas variaciones que prácticamente se puede hablar de tres clases de parásito. He ahí la complejidad de su estudio y parte de la respuesta a por qué aún no hay una vacuna eficiente.
      "El genoma permite entender cuales son esos cambios que hace el parásito y ayuda a identificar cuáles son sus necesidades y de qué se alimenta. Si uno conoce esas transformaciones entonces es más fácil atacarlo que si no conoce nada. Ahora tendiendo el genoma, es posible ir mucho más rápido y con ello hacer vacunas y drogas", agrega Sócrates.
Para William Rojas, "todos estos estudios abren puertas a la investigación para el desarrollo de medicamentos. Facilitarían, por ejemplo, poder detectar cuáles son los genes que hacen que el Plasmodium produzca moléculas que le permiten penetrar a distintas células o tejidos tanto dentro del mosquito como en el ser humano, y de esta manera permitiría producir moléculas bloqueadoras para detener el ciclo del parásito e impedir su reproducción indefinida".
      Sobre Patarroyo Las investigaciones realizadas por el científico Manuel Elkin Patarroyo, que en un principio dieron buenos resultados, recientemente han mostrado que el grado de eficacia no es suficiente para comercializar la vacuna.
     Lo primero que hay que entender es que de los 380 mosquitos del género Anofeles, cuatro especies se lo transmiten al hombre. Los dos tipos más frecuentes de malaria son: el Plasmodium Vivax que registra alrededor de un 75% de los casos y el Plasmodium Falciparum que tiene una incidencia de un 25 a 30%.
      Los estudios de éste iban dirigidos a combatir el segundo, el Falciparum. "Las pruebas de Patarroyo dieron una efectividad del 30%, dentro de ese 30% que representa el Falciparum, lo que en términos finales estaría curando un 9% del 100% . ¿Y el otro 90%? Esa es la demostración más fehaciente de que se necesita de todos para llegar a una respuesta", dice Sócrates, quien reconoce que el trabajo de Patarroyo tiene un gran mérito, pero explica que para llegar a encontrar un vacuna se necesita del trabajo de varios grupos de científicos a la vez.
      La decodificación pues, quiere decir que 25 millones de unidades de ADN, que albergan la información de 5.600 genes responsables de trasmitir la información de carácter hereditario, fueron leídos por un equipo de científicos de Gran Bretaña y Estados Unidos sobre la malaria. Una especie de abecedario que se encuentra disponible en las principales publicaciones científicas. Empatar sus letras, saber qué palabras forman cuando se unen y qué las hace vulnerables, es la tarea de decenas de grupos a nivel mundial que luchan por erradicar un mal que entre sus víctimas se lleva a más de un millón de niños africanos por año.
      Servicio y utilidad Para prevenir La mejor manera de prevenir la malaria es eliminando charcas y aguas estancadas, mantener las botellas secas y boca abajo, eliminar llantas en las que se pueda acumular agua, en caso de estar rotas o no tener tuberías de aguas negras, regar el agua, cepillar los barriles donde se almacena líquido.


Un mosquito modificado podría combatir la malaria

       La malaria mata a unas dos millones de personas al año, sobre todo en el continente africano y a pesar de los esfuerzos médicos las aproximaciones convencionales para combatir esta enfermedad se han mostrado poco eficaces. Ante esta situación, el equipo de Marcelo Jacobos-Lorena, de la Universidad Case Western Reserve, en Ohio, ha desarrollado un mosquito genéticamente alterado que podría añadirse al arsenal disponible para luchar contra la enfermedad, según un estudio publicado en la revista Nature.
      Los investigadores han manipulado en el laboratorio el gen SM1, que codifica la proteína que interfiere con el desarrollo de los parásitos de la malaria en el mosquito. Se ha inyectado ese gen en el embrión de los mosquitos Anopheles stephensi para incorporarlo a su genoma y que se convierta así en parte de su DNA. La proteína que codifica el gen SM1 se une a la superficie epitelial del intestino medio del mosquito e inhibe su desarrollo en un 80 por ciento, y la mayoría muere.
      Otra vía para acabar con los mosquitos es mediante la manipulación de sus glándulas salivares. "Es importante encontrar múltiples vías para bloquear al mosquito en varios puntos de su desarrollo, ya que de esta forma el método será cien por ciento efectivo", ha asegurado Jacobs-Lorena.
      Este es el primer trabajo que tiene como objetivo boquear la transmisión de la malaria mediante el control genético del mosquito. No obstante, investigaciones previas habían intentado introducir mosquitos estériles y utilizar virus modificados para infectar al mosquito y frenar la transmisión del parásito. Pero este método presentaba algunos inconvenientes, incluido el hecho de que el virus también podía infectar a los individuos y que hubiera fallos en la transmisión del virus a la siguiente generación. Cuando se muriera el mosquito, se terminaría la capacidad del virus para acabar con la malaria.
     El trabajo ha sido destacado porque ofrece una alternativa efectiva al empleo de insecticidas.

Adriana Correa Velásquez
Medellín

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Mariposa transgénica

      BÚFALO, N.Y. -- los patrones hermosos en las alas de la mariposa están emergiendo como sistemas modelo excepcionales que puedan revelar mucho sobre cómo las formas, los tamaños y los colores de organismos específicos se han desarrollado, un tipo de evolución morfológica llamada estudio, según los autores del papel ofrecido en la cubierta (marcha de 2002) de la aplicación actual tendencias en ecología y la evolución.
      En el "desarrollo y evolución en el ala," Antonia Monteiro, Ph.D., la universidad en el profesor auxiliar del búfalo de ciencias biológicas, y W. Owen McMillan y Durell Kapan de la universidad de Puerto Rico describen patrones del ala de la mariposa como posiblemente el mejor sistema animal para entender los procesos de desarrollo y genéticos que producen la variación morfológica en naturaleza.
      El paso siguiente en entender la genética de la mariposa se va volando patrones, ellos observa, es desarrollo de la primera mariposa transgenic -- una mariposa en la cual la expresión del gene se manipula para considerar si ciertos genes controlan el patrón del color -- un esfuerzo que esté en curso en el laboratorio de UB de Monteiro. Ella espera hacerlo desarrollar para el final de este verano.
      "los patrones del ala de la mariposa son un sistema muy favorable para estudiar la evolución morfológica porque se convierten en una superficie de dos dimensiones, epidérmica compuesta de las escalas minúsculas, cada uno de las cuales produce solamente un pigmento," Monteiro explicado. "una sola hoja de células no es casi tan compleja como una estructura tridimensional."
      Mientras que el drosophila, la mosca de fruta común, ha sido tradicionalmente el sistema modelo de la opción para genético y los estudios de desarrollo de la biología, realizados sobre todo en el laboratorio, la mariposa proporcionan una oportunidad emocionante de conectar cambios genéticos con los procesos ecológicos y evolutivos importantes que moldean la variación en poblaciones naturales, ella dijo.
      Mientras que son minúsculas, las diferencias casi invisibles entre diversas especies del drosophila tienen temas importantes convertidos del estudio para los biólogos, la importancia ecológica de algunas de estas diferencias leves, Monteiro agregado, restos que se considerará.
"por otra parte," ella tensionó, "la variación llamativa de los patrones del ala de mariposas tiene una función clara en el salvaje."
      Monteiro observó por que las diferencias en patrones del ala distinguen una especie de la mariposa de otra y son utilizadas los varones y las hembras determinarse con qué individuos a acoplarse.
También les han demostrado para responder a un propósito adaptante, según lo demostrado por los estudios numerosos que se centraban en cambios estacionales en la coloración del ala de individuos en una especie. Por ejemplo, Monteiro dijo, los patrones más oscuros del ala que demuestran para arriba en las mariposas que emergen en el servicio del resorte para calentar la mariposa más rápidamente, mientras que las mariposas que emergen en el verano tienen colores más ligeros.
      "también, muchas mariposas que emergen en la estación mojada en las zonas tropicales tienen marcas grandes, visibles en sus alas que desvíen los ataques de depredadores mientras que las mariposas están encontrando a compañeros y están poniendo activamente los huevos, mientras que las cohortes de la seco-estacio'n son muy secretas, intentando mezclar adentro con su ambiente y no atraer ninguna atención de depredadores hasta que llegan las lluvias otra vez," ella dijeron.
      Los autores observan que qué no se sabe sobre patrones del ala en mariposas es los mecanismos genéticos que dan lugar a la gran variedad de patrones que existan y una comprensión de cómo esos mecanismos se han desarrollado con tiempo.
la "evolución de estos mecanismos que modelaban ha permitido a los antepasados de las polillas que miraban generalmente más monótonas también dar lugar a los linajes de la mariposa, donde ha ocurrido una explosión del patrón y del color," Monteiro dicho.
      En una tentativa de identificar esos mecanismos, Monteiro está trabajando para crear la primera mariposa transgenic del mundo, una que ella críe en su laboratorio para determinar el código genético particular que es responsable de los colores y de los patrones hermosos en las alas de la mariposa.
      Los investigadores entonces podrán probar si los genes que se parecen estar implicados en la formación del patrón del color son realmente importantes en dirigir la producción de diversos pigmentos.
"un sistema transgenic es necesario probar la implicación causal de los genes que se han demostrado ya a través de sus patrones sugestivos de la expresión que se implicarán en la formación del patrón del color," ella dijo:
      "aún más importante, permitirá que calculemos fuera de las regiones reguladoras de estos genes ' en ' los cuales les estén dando vuelta en un área espacial particular en el ala. Éstas serán, en mi opinión, las regiones primeras del candidato para buscar la variabilidad en secuencias de la DNA que correlaciona con variabilidad en patrón del color. Mi trabajo es descubrir cuáles son las señales que dicen a cada escalar-ce'lula en un ala de la mariposa al producto un pigmento particular durante el desarrollo y a descubra cómo esas señales cambian a través de diversa especie y con tiempo evolutivo."
      La investigación de Monteiro sobre el trabajo publicado fue financiada por una concesión del programa humano de la ciencia de las fronteras, una organización internacional basada en Francia que la investigación básica de las ayudas se centró en los mecanismos complejos de organismos vivos.

      El lanzamiento original de las noticias se puede encontrar en http://www.buffalo.edu/news/fast-execute.cgi/article-page.html?article=56000009

Universidad en el búfalo ( http://www.buffalo.edu 3/28/2002

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Insectos en bibliotecas y archivos

     Principales especies de insectos perjudiciales para las colecciones de bibliotecas y archivos y algunos depredadores naturales que ayudan a controlarlos.

      Sin bibliotecas y archivos nuestra cultura estaría en peligro de extinción. Para que ella persista y evolucione es necesario conocer como se pensaba y qué se aprendió en tiempos anteriores, principalmente sobre la base de los testimonios que encierran las bibliotecas y los archivos. Sin embargo, conservar los libros, mapas y otros documentos que ellos guardan presenta grandes dificultades, que se han tratado de solucionar desde tiempos remotos. Es difícil evitar su deterioro, al igual que regular las causas que lo originan, incluida la acción del usuario. Entre los factores ambientales que afectan los repositorios se encuentran insectos, roedores, caracoles, hongos y bacterias, que sienten atracción por materiales como el papel, pergaminos, pieles, plásticos, adhesivos, cueros, telas, tintas, hilos y madera, a los que a veces producen serios daños, lo mismo que a las estanterías y a las propias construcciones. Si resulta difícil defender las bibliotecas y archivos de los agentes biológicos nocivos, tal dificultad aumenta si no se puede identificar a estos y se desconocen las características de los daños que cada uno produce. Los insectos (a los que está dedicada esta nota) constituyen el grupo más importante de ellos; por su variedad y dificil sintetización no será posible tratarlos aquí en su totalidad, pero se podrán considerar los más comunes y perjudiciales. Merecen especial atención por la diversidad de sus especies, comportamientos y deterioros que puedan causar, y por la dificultad de su control. Hay que advertir, por otra parte, que esa gran variedad también incluye a insectos útiles, que no sólo no dañan papeles u otros materiales, sino que se alimentan de los dañinos. Conviene, pues, no temer, por desconocimiento, a los insectos benéficos y, sobre todo, evitar que sean destruidos. ¿Por qué un libro constituye algo apetecible para un insecto? En primer lugar, porque está hecho de papel, que se fabrica con materias fibrosas, principalmente celulosa, substancia muy común en los vegetales. Numerosos insectos que se alimentan de plantas y son, por ello, naturalmente atraídos por la celulosa, encuentran en bibliotecas y archivos un magnifico hábitat. Un papel de buena calidad contiene alta proporción de celulosa, que le confiere mayor resistencia al envejecimiento, pero lo hace más apetecible para los insectos; uno de menor calidad, por su acidez, que acelera el envejecimiento y favorece la proliferación de hongos, es menos atacable por aquellos. La madera, las telas de cuadros, cortinas y tapices y los hilos, cuerdas y telas de las encuadernaciones contienen celulosa, por lo que algunos insectos que perforan y comen papel son, a la vez, sus enemigos. Ciertos adhesivos usados en la encuadernación, y el apresto que recibe cada hoja de papel. pueden ser de origen vegetal o animal. Del primer origen son los engrudos, hechos con harina y aún usados; si no se les agregan substancias repulsivas de los agentes biológicos del deterioro, con seguridad atraerán diversos organismos nocivos. Los de origen animal, como la cola de carpintero, se basan en gelatinas. En las encuadernaciones modernas se emplean materiales sintéticos, tanto para costuras, que se realizan con fibras o hilos plásticos, como para cubiertas, que pueden ser de papel plastificado, o para el lomo de los libros. Igual que los tradicionales cueros y pieles, son frecuentemente atacados por una variedad de insectos.Roedores, caracoles, ácaros, hongos y bacterias son también agentes perjudiciales para el papel, pero, seguramente, quienes más daños causan a bibliotecas y archivos son los insectos. Taxonómicamente (es decir, en términos de la clasificación científica de los seres vivos), la clase Insecta se divide en numerosos órdenes; daremos algunas referencias acerca de las caracteristicas distintivas y la modalidad del daño que producen sus representantes más importantes.

     Los tisanuros -Thysanura- constituyen un orden pequeño, al que pertenece el llamado pececillo de plata (Lepisma saccharina), de color plomizo y generalmente cubierto de escamas, que alcanza hasta 2,5cm de largo. Su cuerpo fusiforme termina en tres largos y delgados filamentos que lo hacen inconfundible (Fig. 1). Es un insecto típicamente nocturno, un ágil corredor que se oculta muy bien durante el día. Vive entre papeles viejos y pone huevos detrás de zócalos y en grietas del suelo. Los recién nacidos se alimentan de restos de los huevos; después de cambiar dos veces su tegumento, están en condiciones de comer papel, cola, cuero o textiles. Antes de llegar a adultos cambian múltiples veces de piel y su ciclo completo puede durar desde varias semanas hasta trece años. El daño provocado por los peces de plata, que no dejan residuos, consiste en un raspado muy limpio e irregular, que puede ocasionar perforaciones cortas, parecidas a las que producen las ratas. Si setrata de raspaduras superficiales, poniendo el material contra la luz se observan zonas transparentes. En cuero y pergamino son típicos las perforaciones con forma de embudo y el que sean devoradas las decoraciones que contienen más cantidad de cola o aglutinante. Por la facilidad de meterse entre las hojas de papel, en lugares en que siempre hay oscuridad, estos insectos pueden actuar día y noche.

      Los blatarios -Blattodea- forman el orden al que pertenecen las cucarachas (familia de los blátidos), tal vez los insectos más conocidos. Sus características morfológicas y fisiológicas les permitieron colonizar los más diversos medios y constituirse en uno de los animales que viven en mayor contacto con el ser humano. Depositan huevos protegidos por estuches duros (ootecas), lo que les asegura una alta supervivencia. Son comunes en bibliotecas y archivos las especies Blatta orientalis o cucaracha negra (2Omm), Blatella germaníca o cucaracha rubia (12mm) y Periplaneta americana o cucarachón (48mm). El daño que producen a los libros puede ser muy grave, sobre todo en regiones tropicales, donde algunas cucarachas comen madera húmeda, lo que también las hace devoradoras de papel, porque este alimento, con frecuencia, las atrae por su humedad. Las cucarachas que ingieren otras substancias comen generalmente cartón, raspan etiquetas en los dorsos de los libros o atacan su encuadernación; típico es que destruyan las letras doradas de los cueros. Además, ensucian el papel con sus deposiciones. Los ortópteros o saltadores -Orthoptera- son las langostas, tucuras y grillos, por todos conocidos. La única especie identificada como destructora de papel es Gryllus damesticus, que consume ese material así como tela, cuero y pegamentos y, a veces, es voraz. Su daño es parecido al producido por las cucarachas.Las llamadas termitas, termes u hormigas blancas, que miden entre 3 y 7mm, pertenecen al orden de los isópteros -Isoptera-. No son hormigas, generalmente son blancas y viven en termiteros, con una perfecta organización social, superior incluso a la de abejas y hormigas. Pueden ser aladas (cuatro alas iguales mucho más largas que el cuerpo) o ápteras, con aparato bucal masticador de mayor o menor desarrollo, según la función del individuo en la comunidad. Los reyes y reinas son los únicos que pueden reproducirse. La reina dedica toda su vida -catorce años- a poner huevos, en un número cercano al millón. El rey sólo protege a su compañera. La sociedad se completa con millares de obreras, que cuidan del aseo y la alimentación, y soldados, de cabeza y mandíbulas fuertes, que participan en la defensa del termitero.Por lo general, las termes viven bajo tierra, pero a veces fabrican todo o parte del termitero sobre el suelo, árboles, troncos, etc. Su alimento principal es la celulosa de plantas vivas o muertas (el papel pertenece a la segunda categoría), por lo que comen hongos que cultivan y madera, y pueden causar estragos en construcciones y muebles. Las especies de este orden están repartidas en todo el mundo (excepto en las latitudes muy altas) y son abundantes en el trópico y subtrópico. Son conocidas como devastadoras de bibliotecas en África y América Central.

      Considerando su posible peligrosidad para archivos y bibliotecas, conviene distinguir tres grupos: (1) las termitas subterráneas, que nidifican en el suelo y penetran subterráneamente en el edificio, dañan madera y papel, aun cuando el ambiente sea seco; (2) las termitas de madera húmeda, que requieren un medio con alta humedad, pero se adaptan bien a bibliotecas porque el papel ofrece menor resistencia mecánica que la madera y, por ello, pueden comerlo aun cuando la humedad sea menor, a condición de que el edificio posea sitios húmedos (incluso pueden vivir dentro de los mismos libros, si están mal guardados), y (3) las termitas de madera seca, cuyo representante más peligroso, Cryptotermes brevis, invadió el mundo desde las islas del Caribe. Son insectos que viven en vigas, muebles, pisos de madera, etc., y destruyen por completo el interior de la pieza que los alo-ja, con la excepción de una capa exterior de alrededor de medio milímetro de espesor. Aparte de celulosa, comen cuero, pergamino, etc. Son enemigos contra los que ninguna prevención en la construcción es suficiente. No pueden vivir en ambientes muy secos, pero no es suficiente la climatización para eliminarlos. Los piojos de los libros, del orden de los corrodencios -Corrodentia-, miden hasta 4mm y tienen cuerpo delicado, aparato bucal masticador y antenas largas y delgadas. Las formas habituales en bibliotecas generalmente son ápteras, pero excepcionalmente aparecen especies aladas, que suelen vivir entre líquenes, posiblemente atraídas por los hongos que destruyen el papel. Aunque pueden habitar en lugares secos, prefieren la humedad. Destruyen superficialmente la hoja de papel y hacen desaparecer el texto: las hojas terminan irregularmente perforadas, pero si la tinta no les resulta comestible, dejan intacta la zona entintada. Su daño no se generaliza rápidamente, pero con frecuencia se descubre muy tarde, por ser al principio poco visible y llamativo. Dos especies propias de las bibiotecas son Trogium pulsatorium y Liposcelis divinatorius.Los coleópteros -Coleoptera- incluyen a los escarabajos, juanitas o boticarios, cascarudos, luciérnagas, tucos, bichos cortadores, gorgolos o picudos, catitas, taladros, etc. Es el orden más numeroso, que abarca una cuarta parte de todos los animales conocidos e incluye el grupo más grande de insectos que atacan libros. Una de las familias que lo componen es la de los derméstidos o dermestidae, generalmente de entre 2,5 y 5mm, ovales y más bien convexos, con revestimiento escamoso o piloso que se distribuye sobre el cuerpo formando manchas (Fig. 2). Los adultos de algunas especies comen polen, pero las larvas (densamente pilosas, con cerdas largas que frecuentemente se agrupan en mechones en la parte posterior del cuerpo) son perjudiciales, pues pueden devorar plumas de aves embalsamadas, colecciones entomológicas, alfombras, tapizados, cueros, pieles, alimento almacenado, etc. La especie Dermestes lardarius, probablemente presente en la Argentina, ataca encuadernaciones de cuero y pergamino. La hembra pone entre 40 y 80 huevos, directamente sobre el libro. Otras especies del género Dermestes que se encuentran en la Argentina son D. ater, D. maculatus y D. peruvianus, con características biológicas parecidas a las de D. lardarius, por lo que probablemente causen el mismo daño. Otros géneros de derméstidos perjudiciales en bibliotecas y archivos son Anthrenus y Attagenus.

     Los anóbidos -Anobiidae- constituyen una familia compleja de coleópteros, a la que pertenece el reloj de la muerte, un insecto de hasta 2,5mm, de cuerpo piloso y tosco y coloración apagada. Al tocarlos, los anóbidos permanecen inmóviles, al igual que si se ven sometidos a la acción del calor o si son arrojados al agua, pero en pocos instantes huyen corriendo. Las larvas forman galerías y necesitan a veces varios años para completar su desarrollo hasta el estado adulto. Es la familia más importante de insectos que atacan bibliotecas y archivos. Pueden digerir parcialmente la celulosa y se sienten atraídos por los hongos que suele haber en el papel. Evitan la luz y viven en maderas de la construcción y en muebles, cuya superficie externa dejan intacta o casi intacta. Su presencia se pone de manifiesto por agujeritos redondos por los que arrojan al exterior finísimo polvillo. Especies importantes de anóbidos son Lasioderma serricorne, Dendrobium pertinax, Anabíum sp. y otras. Tiene enemigos naturales, es decir, organismos que prefieren sus larvas o adultos para alimentarse, entre ellos las avispitas de las familias Braconidae y Bethylidae (como Scleroderma domestico) y, menos frecuentemente, Chalcidoidea. Asimismo las larvas de anóbidos son perseguidas por larvas y adultos de la familia Cleridae, los que también causan daños a los libros, por la vehemencia con que se abren camino. El efecto de estos agentes biológicos sobre la población de anóbidos es, de todos modos, mínimo.

     -Lyctidae-, cuyo cuerpo cilíndrico alcanza los 2mm; son insectos uniformemente oscuros, rojizos o color café, y sus larvas forman galerías de sección oval que corren paralelas a las fibras de la madera en la cual crecen, y a la que literalmente transforman en un polvillo sin grumos, semejante a la harina. Algunas especies pueden dañar el papel, sobre todo si este contiene algo de almidón, reduciéndolo a un polvo semejante al talco.Los taladros y corta palos, por lo general grandes y oblongos, pertenecen a la familia de los cerambícidos -Cerambycidae-, poco frecuente en bibliotecas, excepto quizá la especie Hylotrupes bajulus (de 23mm), que, al alimentarse de la madera de los estantes, puede destruir el papel que esté en contacto con ella y causar daño considerable a los libros. Los carábidos -Carabidae- incluyen a las juanitas -Castrida argentiniensis, una especie muy común- y los bombarderos, que alcanzan los 23mm y, a menudo, están adornados con espléndidos colores. Normalmente depredadores, tanto en estado larval como adulto, son importantes como destructores de especies perjudiciales. Su presencia en bibliotecas, donde penetran atraídos por la luz y en busca de presas, es ocasional.

     El gran orden de los lepidópteros -Lepidoptera- agrupa las mariposas y polillas, cuyos adultos carecen de importancia en bibliotecas pues, por las características de su aparato bucal, no pueden consumir materiales sólidos; los daños son causados por las larvas u orugas, que poseen aparato bucal masticador. Sólo dos familias se consideran perjudiciales para las bibliotecas. Una es la de los tinéidos -Tíneidae-, lepidópteros pequeños, poco atractivos, pardogrisáceos, cuyas larvas, que comen detritos y pueden devorar las encuadernaciones de los libros, viven en capullos portátiles; la Tineola pellionella (8mm) o polilla de la ropa, es la especie más común. La otra familia es la de los pirálidos -Pyralidae-, muy numerosa y de distribución mundial; sus integrantes son bastante pequeños, nocturnos y se comportan de manera muy diversa, con gran capacidad adaptativa a diferentes ambientes. Existen diversas especies cuyas larvas devoran productos almacenados; las de Anagasta kuehniella (de 2Omm), la polilla gris de la harina, destruyen granos y se adaptan a vivir en bibliotecas (Fíg. 3). El orden de los himenópteros -Hymenoptera- abarca a las hormigas, avispas, abejas, abejorros, etc. En términos generales, no dañan directamente el papel, pero lo perjudican indirectamente al construir sus nidos o colocar sus huevos en él. Por otro lado, el orden incluye muchas especies útiles pues depredan plagas de bibliotecas. Los sirícidos -Siricidae- son las vulgarmente llamadas avispas porta sierras, cuyas hembras realizan incisiones en la madera, por medio de una fuerte prolongación aserrada de su cuerpo, para colocar en ellas los huevos (Fig. 4). Su desarrollo larval es lento y los adultos pueden emerger de muebles luego de permanecer en ellos por años como larvas; para salir, perforan todo lo que obstaculice su camino, sea papel, plomo, metal, plástico, etc. El papel dañado por estos insectos parece perforado por un disparo.

      Las hormigas pertenecen a la familia de los formicídos -Formicidae- y son insectos sociales cuya comunidad típica consta de tres castas principales: una hembra fértil o reina; machos o zánganos, de vida corta, que mueren poco después de realizado el vuelo nupcial, y obreras, sin alas, encargadas del mantenimiento de la colonia, que pueden causar daño en bibliotecas y archivos. Ciertas especies del género Camponotus (9mm) han sido citadas como destructoras de papel. Las abejas carpinteras, pertenecientes a la familia de los antofóridos -Anthophorídae- tienen grandes dimensiones, coloración negra o leonada y, por lo general, fabrican sus cámaras de incubación en madera blanda o descompuesta. Algunas especies del género Xylocopa, de 28mm (Fig. 5), dañan la madera, incluso la de construcción, y provocan a veces daños notables. En ocasiones se encuentran larvas, cada una en una celda, al final de un canal -de 10cm o más- horadado a través de varios libros contiguos. Los véspidos -Vespídae- o avispas cartoneras, de color negro y amarillo, construyen sus nidos con una pasta de papel que fabrican con fibras de madera masticada y saliva como adhesivo. Especies de esta familia pueden dañar rápidamente una biblioteca si la toman como fuente de aprovisionamiento para la construcción de sus nidos. En Europa, entre las especies dañinas se citan las de los géneros Vespa (de 29mm) y Eumenes (24mm); no se conoce con certeza su importancia en bibliotecas argentinas. Los esfécidos -Sphecída- o avispas cavadoras con frecuencia construyen sus nidos con barro, en cajones o sobre estantes y libros. Especies del género Sceliphron (16mm) pueden adherir entre si los lomos de dos o tres libros, provocando deterioros por causa de la humedad del barro y la adhesión del papel.

     Controlar los insectos dañinos mediante sus parásitos es un viejo sueño de la entomologia aplicada. Los méritos de la idea radican en que estos últimos son el obstáculo natural al crecimiento poblacional explosivo de aquellos. El éxito alcanzado por el control biológico en la agricultura o la forestación no parece generalizable a las bibliotecas, que, biológicamente, constituyen una gran acumulación de materia vegetal muerta, a la que la naturaleza, mediante sus destructores, procede a descomponer, en el eterno ciclo de la materia orgánica. Los parásitos de los insectos que atacan al papel pueden tratarse, entonces, sólo como reguladores que frenan excesivos aumentos poblacionales de una especie, pero no como una manera de proteger los libros. En la práctica, ciertos parásitos -especialmente los de las familias Chalcídoidea, Braconídae y Bethylidae (además de la especie Píemotes ventrícosus, perteneciente al orden de los ácaros, un arácnido de pequeñas dimensiones) - pueden retardar considerablemente el crecimiento de las poblaciones de ciertos insectos perjudiciales; gracias a ellos, todavía resta algo de algunas bibliotecas viejas y abandonadas. Pero sólo disminuyen el número de insectos dañinos, por lo que los libros siguen sufriendo el deterioro que los sobrevivientes ocasionan. De todos modos, es necesario conocer los parásitos, por su contribución al equilibrio natural, y tener en cuenta su presencia cuando se aplican productos químicos para eliminar insectos, pues el cuidar no afectarlos evitará que la plaga vuelva a proliferar con mayor vigor. No debe olvídarse que los parasíticos, por lo general, son mucho más sensibles a los insecticidas que los insectos que destruyen el papel.

Lecturas Sugeridas:

ALMELA MELIÁ, J. 1956, Higiene y terapéutica del libro. Fondo de Cultura Económica, México.

BREWER, M.M. & ARGÜELLO, N.V, 1980, Guía ilustrada de insectos comunes de la Argentina, Fundación Miguel Lillo, Tucumán.

KOELLER, G.K., 1960, Previsión y conservación de bibliotecas y archivos contra agentes bióticos, el fuego y factores climáticos, Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, Madrid.

KOELLER, G.K., 1973, Tratado de la preservación del papel y de la conservación de bibliotecas y archivos, 2t., Dirección General de Archivos y Bibliotecas, Madrid.

METACALF, C.L. & FLINT, W.P., 1965, Insectos destructivos e insectos útiles: sus costumbres y su control. Comp. Ed. Continental, Madrid.

Fuente: semanario español Norticias de la Ciencia y la Tecnología

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La estrrategia química de las flores

      Las flores saben cómo atraer a los insectos que buscan el néctar, y para ello utilizan una serie de compuestos químicos que excitan su visión ultravioleta. Pero los mismos compuestos pueden ahuyentar a los herbívoros que traten de devorarlas.
      Incluso antes de que el capullo de una flor se abra, listo para realizar su labor reproductora, ya está recubierto por una serie de sustancias llamadas DIPs que desempeñarán un trabajo esencial.
      Los DIPs colorearán la flor con patrones invisibles para el ojo humano pero perfectamente claros para la visión ultravioleta de los insectos beneficiosos para la planta (ver imagen). Al mismo tiempo, los DIPs protegerán a la flor, matando o ahuyentando a organismos como las orugas, que sólo desean alimentarse de ellas.
      Los DIPs han sido encontrados por científicos de la Universidad Cornell, Estados Unidos, en la flor de la especie Hypericum calycinum, pero ahora que sabemos dónde mirar, es posible que los detectemos también en otras plantas. Thomas Eisner, profesor de ecología química, piensa que podrían descubrirse incluso otros agentes protectores.
      Los científicos como Eisner han utilizado cámaras especiales, combinando lentes y filtros, películas fotográficas y video, para revelar el aspecto de las flores tal y como son vistas por los insectos sensibles al ultravioleta. Estas adoptan una coloración especial bajo esta longitud de onda que señala directamente dónde se encuentra el polen y el néctar que están buscando. Los patrones desplegados podrían además ayudar a los insectos a reconocer a una flor entre otras que tratan de competir por sus favores.
      Cuando los biólogos empezaron a sospechar que estos pigmentos DIP también podrían tener una función defensiva, estudiaron qué tipos de compuestos eran capaces de matar o alejar a un organismo depredador como las orugas. Una vez hallados, descubrieron que éstos se hallan, en efecto, en las estructuras reproductivas de la flor, cumpliendo un papel no sólo de atracción de insectos sino también de defensa contra los organismos no deseables.
      Las flores de la Hypericum calycinum, una planta ornamental habitual en el sudeste de Europa, se muestran a los espectadores humanos con un color amarillo uniforme. Para los insectos con ojos sensibles al ultravioleta, lo que destaca es un centro más oscuro, como el punto central de una diana, hacia el que sin duda dirigirán su atención.
      La labor defensiva de los pigmentos puede llegar a matar, por envenenamiento, a los molestos depredadores. Sin embargo, su toxicidad no sería suficiente para afectar a un ser humano. De hecho, sustancias semejantes, procedentes del lúpulo, se emplean para conservar y dar sabor a la cerveza.


Fuente: semanario español Norticias de la Ciencia y la Tecnología

 

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